Cuando hacemos referencia a la gestión de procesos de los despachos profesionales debemos tener en cuenta un elemento clave: las actividades que forman parte de ese proceso.
Es muy importante diferenciar en el despacho dos tipos de actividades: las actividades que se desarrollan internamente, que el cliente no visualiza, y las actividades que sí que el cliente visualiza.
Si medimos ambas cajas de actividades posiblemente nos encontraremos que prácticamente el 80% de las actividades que desarrollamos en nuestro despacho no son visibles para el cliente.
La aplicación de la tecnología y sobre todo el análisis de la eficiencia, nos puede permitir ahorrar tiempo en esas actividades improductivas o que el cliente no percibe valor y traspasar ese tiempo a las actividades que percibe el valor.
Al final, cualquier gestión de procesos o de actividades tiene que estar orientada a la generación de confianza hacia nuestros clientes. Esa generación de confianza es la que genera la prescripción y la recomendación del famoso boca-oreja que al final es en la que todos estamos sumergidos y se convierte en primer canal de entrada a nuestros clientes.
Por lo tanto, hagamos un cambio de visión de los procesos no desde un punto de vista interno sino desde un punto de vista de lo que piensa el cliente.